A través de una carta, el gobernador de la región Metropolitana, Claudio Orrego, renunció al Partido Demócrata Cristiano, donde militó durante 33 años.
En el documento, el ex biministro de Estado, ex Intendente de la Región Metropolitana, ex alcalde y ex concejal de Peñalolén explicó al partido que “me une a ustedes una linda historia de servicio a nuestro país. Juntos luchamos pacíficamente por la defensa de los derechos humanos y el retorno a la democracia, desde el movimiento estudiantil y también de agrupaciones como el Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo”.
Luego expuso que “Liderados por don Patricio Aylwin, acometimos la difícil tarea de reencontrarnos y reconciliarnos como país, impulsando una inédita, difícil y necesaria transición. Luego vinieron los gobiernos de Frei, Lagos y Bachelet, donde desde y con la centro izquierda democrática impulsamos una agenda de justicia social, crecimiento y modernización del país, como nunca antes en nuestra historia”.
Más tarde apuntó que “estos años, así como las cuatro décadas previas, me hacen sentir muy orgulloso y agradecido. Sin duda hay mucho que pudimos hacer mejor, pero la obra es robusta y los resultados visibles. Lo mismo me pasa con nuestras ideas, que creo siguen vigentes como nunca: la centralidad de toda persona humana y el respeto a su dignidad, la justicia social como norte de la acción colectiva, el valor de la democracia y el respeto a los Derechos Humanos, el rechazo radical al odio y la violencia como método de acción política, el rol necesario de un Estado moderno y de un sector privado emprendedor y competitivo, la importancia de una sociedad civil organizada e incidente, y una opción preferencial por los excluidos y marginados”.

Las críticas de Orrego

Pero a la hora de hablar del presente, Orrego no dudó en acusar que la “convivencia interna se fue destruyendo, hasta que nuestra ‘comunidad’ partidaria simplemente pasó a ser irreconocible y hasta diría inexistente. Poco queda ese espíritu fraterno al que mi padre, Claudio Orrego Vicuña, dedicó ese lindo poema ‘Los Camaradas’ en 1975. Del debate de ideas pasamos a la descalificación personal, de las diferencias ideológicas legítimas a grupos rivales irreconciliables, de la competencia necesaria a una guerra fraticida, de la lealtad a toda prueba a la deslealtad y la abierta traición”.
Orrego agregó que “soy de los que trató de cambiar esta realidad desde las distintas responsabilidades que me correspondió ocupar, tanto dentro como fuera del partido, y siento que no pudimos revertirlo. Respeto mucho a los que siguen intentando cambiar esto desde adentro, con tanta generosidad como coraje. Yo ya me desafecté y no quiero seguir invirtiendo las energías que me quedan en un ambiente donde ya no siento que se viva un espíritu comunitario y de respeto mínimo que se necesita para hacer política juntos”.
De todas maneras, el gobernador aclaró que seguriá activo en la arena política, pues “es mi vocación del alma, y a la cual espero dedicar los años que me quedan de vida”.