Gabriel Milito es el hombre del momento en Copa Libertadores tras alcanzar la final y eliminar a River Plate. Pero el éxito del DT tuvo un punto gris en sus inicios en Chile, cuando dirigió a O’Higgins de Rancagua.
El ahora entrenador de Atlético Mineiro llegó a Rancagua en el segundo semestre de 2017 a salvar el buque de un equipo que venía mal. Por eso, todas las fichas se apostaron para el año siguiente, con su plantel e idea “a lo Barcelona” implantada.
Pero nada de eso se pudo ver en El Teniente, donde el plantel no lo acompañó, incursionando con nombres como Alejandro Márquez de lateral derecho, o “regalando” un gol con Miguel Pinto al intentar salir jugando (ante Everton), una tónica que no funcionó y sacó de quicio a los hinchas celestes.
El recordado apretón a Milito
Corría mayo del 2018 y ya con una, derechamente, mala campaña, Milito estaba en la cuerda floja en O’Higgins. Fue ahí que llegaría el momento más lamentable para el entrenador que hoy es figura en Copa Libertadores.
Tras terminar un entrenamiento en el Monasterio Celeste, el DT fue interceptado por barristas en plena carretera, quienes sostuvieron un acalorado diálogo con el argentino por la campaña del equipo. Esto, luego que otro grupo de hinchas había ido a hablar pacíficamente con él al recinto de Requínoa.
La noticia en su momento caló hondo en la Ciudad Histórica, lo que terminaría coronando la salida de Milito tras ser eliminado en Copa Chile ante Colchagua, por penales y en Rancagua.
“Es un hecho que nunca me tocó vivirlo. Estoy sorprendido y por otro lado es poco habitual. Estoy con una sensación de tristeza, la situación no es tan compleja para que haya ocurrido lo que ocurrió, pero no me siento intimidado“, dijo el DT, en ese momento.