Joaquín Arbe es un maratonista argentino que ya está clasificado para los Juegos Olímpicos de Tokio. En medio de la cuarentena, el deportista aprovecha de construir y refaccionar su casa.
“Hace dos años que avanzo de a poquito con los arreglos gracias a lo que voy ganando en las carreras. Compro materiales de a poco, porque está todo muy caro”, dijo Arbe a El Clarín.
Agrega que “cuando me sobran dos o tres lucas, compro. Y cuando veo que tengo un hueco para hacerle algo a la casa, trabajo algunos días. Al llegar de Cachi, donde me estuve entrenando antes de que pasara todo esto, sabía que ya no podría salir a entrenar y que no me iba a quedar otra que quedarme en casa, así que aproveché”.
Complementa: “la casa me la donó mi abuela y no tenía más que una cocina de 4 metros por 3 y una pieza de 3 por 3. Hasta ahora dormíamos todos en una sola pieza, por eso fue lo primero que hicimos -recuerda-. Tampoco tenía el piso en la cocina, así que lo hice a nuevo: ayer lo terminé de pastinar. Ahora estaba revistiendo la mesada y me quedan los revoques en la pieza de los nenes, el piso y después todo lo que es la instalación de la luz, el gas y el agua”.
Hasta antes del aislamiento le ayudaba un tío, aunque Clarín aclara que “no le falta compañía de la buena: su esposa, Alejandra, le alcanza algunos materiales y siempre está con el mate a mano. Sus hijos Emanuel, de 12 años, y Maia, de 10, andan por ahí, divirtiéndose y mimando a Erick, el más chiquito, de apenas seis meses. Ahora, de a poco, con más comodidad y espacio que antes”.
Pese a esto último, Arbe se lo toma con humor y está orgulloso de sus condiciones como albañil y la grata sensación del “hazlo tú mismo” entre ladrillos, cerámicas, pegamentos y cañerías.
“Yo hago chistes, trabajo con música y me lo tomo con humor. Seguramente, si viene algún especialista va a encontrar detalles, pero me siento bien porque me sirvió de algo todo lo que aprendí con mi abuelo”, expone
El gran problema del deportista es que dentro de su casa no tiene cómo entrenar y cada día da ventaja a sus rivales. Actualmente busca una cinta de trote para poder correr.
“Hace más de un mes que no corro. Estar clasificado a unos Juegos Olímpicos y no poder ni salir a trotar es algo que te bajonea un poco”, sentencia.