Las pifias de la impaciencia ya comenzaban a escucharse cuando Los Fabulosos Cadillacs decidieron salir al escenario del Movistar Arena en Santiago. Y si había que partir con clásicos, un combo triple para hacer estallar al público que esperó más de 40 minutos sobre la hora pactada para el inicio del show: ahí sonaron Cadillacs, del disco Yo Te Avisé!! (1987); Manuel Santillán, El León, de la placa del '92 con el nombre del mismo animal; y también Demasiada Presión, de Volumen 5 (1990).

Así la furia de la espera se acabó, la alegría con el retorno de los argentinos se convirtió en un hecho. Es que pasaron 5 años sin verlos en vivo. Y de ahí Carmela, dando cuenta cómo la presentación se iba a inclinar hacia ese hito de los trasandinos, Rey Azúcar (1995).

Mientras corrían las bandejas con cerveza para las primeras filas y el olor marihuana se plegaba con el ambiente festivo del lugar, se estableció que este no era un show de éxitos, ni la compresión de un espectáculo con los temas precisos para dar el golpe en el escaso tiempo de un festival. No, esto era un show para fanáticos, con gustitos como Destino de Paria, Los Condenaditos y Padre Nuestro.

¿Cómo fue el concierto de Los Fabulosos Cadillacs en Chile?

Fue un concierto que por sobre todo lo debieron agradecer esos fanáticos que recorrieron kilómetros, desde ciudades como Concepción, sorteando incluso el paro de camioneros, para llegar a ocupar su puesto en el recinto del Parque O'Higgins y seguir cada uno de los temas que se dieron cita sobre una tarima literalmente rodeada de fieles seguidores, porque el show tuvo la particularidad de ser en 360º. Hasta las últimas entradas que se pusieron a la venta, detrás del escenario, se agotaron. Lleno total.

Ska, cumbia melosa, reggae, rock. Todo se fusionó en una velada en que la protagonista era toda la expresión de la música; nada de diálogos innecesarios con el público, pura melomanía y una recepción con vivos aplausos y gritos tras cada canción.

Luego de hacer El Aguijón y Paquito, el turno fue de La Tormenta, dándole unos minutos de protagonismo a su más reciente entrega discográfica, La Salvación de Solo y Juan (2016).

"Buenas noches, amigos. Es un honor poder presentarnos aquí nuevamente", saludó recién Gabriel Fernández Capello, Vicentico, 40 minutos adentrados en el show y en medio de Calaveras y Diablitos, canción en la que animó al público para ayudarlo con los coros finales.

Curiosamente, era un concierto con sillas en cancha, con divisiones en múltiples ubicaciones que con el pasar del concierto se fueron diluyendo, ante un público que no estuvo dispuesto a ver sentado el show lleno de contagiosos ritmos. El Genio del Dub terminó de calentar los ánimos, pero Carnaval Toda La Vida puso un primer punto alto a la fiesta, porque El león (1992) fue otro de los créditos de los Cadillacs que inclinó la balanza a su favor en el repertorio presentado la noche de este miércoles. Después vendrían más momentos destacados, pero ante reconocimiento de este último tema, la gente reaccionó de inmediato.

Gallo Rojo y Saco Azul marcaron la previa a sumergirse a la “sección hits”. Entonces, llegó una de las pocas canciones de la banda compuesta por el saxofonista Sergio Rotman, Siguiendo La Luna, y luego ese himno rockero combativo, crítica a quienes celebran a los conquistadores, V Centenario.

Mal Bicho trajo consigo la mayor interacción del vocalista con la audiencia y los sorprendió de paso en medio de la última parte de la canción: pidió 5 segundos de silencio.

"Hay que tomar ímpetu, hay que tomar fuerza... Muchachos, muchachas, y ahora son solo cinco segundos de silencio. Tienen que soportarlo. Es difícil, lo sé, lo sabemos. Gracias", dijo Vicentico.

Todo esto para hacer con la mayor potencia posible y acompañado esa sección: "A la guerra / A la violencia / A la injusticia / Y a tu codicia / Digo no, digo no / Digo no, digo no, digo no", rematando la canción. Pero la verdad es que más tarde, en Matador, el verso "Víctor Jara, no calla" se escuchó aún estruendosamente.

Infaltable, El Satánico Dr. Cadillac fue terminar de desatar a las masas, en una pachanga digna de una barra futbolera y festejo a todo pulmón. Descanso de menos de dos minutos y Mi novia se cayo en un pozo ciego, para que posteriormente Vicentico terminara invitando a Juanse, el ex Ratones Paranoicos que los había teloneado horas antes, para hacer Vasos Vacíos y el remate definitivo con Yo no me sentaría en tu mesa, cuando el show culminó prácticamente en la hora y cincuenta minutos de música.