Querido Kobe, le diste a un niño que sólo tenía diez años un motivo para empezar a seguir un deporte nuevo, ya que en aquel entonces ese pequeño sólo seguía el fútbol. Lo dejaste flechado con la espectacularidad de tu juego, el inolvidable tándem que tenías con un jugador dominante como Shaquille O’Neal y ese duelo particular contra Allen Iverson en unas finales. A partir de allí comenzó un romance como aficionado a la pelota naranja.
Muchos como yo empezaron a seguir la NBA gracias a la figura de la Mamba Negra. En Chile, la comunidad de seguidores más grande de las franquicias de la liga norteamericana, es la de los Lakers y todo gracias a Kobe Bryant.
Por eso, su prematura muerte nos conmociona y no sólo a los que les gusta el básquetbol. Se trata del adiós de un referente, un ídolo, un inspirador, un supercampeón que trasciende todo, una figura global.
Sólo alguien de su estirpe es capaz de parar todas las máquinas de los periódicos para cambiar sus portadas. Su partida colapsó las redes sociales en homenajes por parte de astros de diferentes nacionalidades de todos los deportes, hizo llorar a todas las figuras del básquet durante los partidos y los seguidores corearon su nombre en las canchas. Es sólo una pequeña muestra de la enorme dimensión que tiene su figura, un verdadero rockstar.
Representa todos los valores del deporte, siendo también dueño de una enorme capacidad de auto superación, de una auténtica pasión por el básquetbol, de naturaleza competitiva y fobia a las derrotas, aunque igualmente mostraba nobleza cuando perdía. Fue capaz de jugar meses con un dedo fracturado: no quiso operarse porque no quería perderse ningún partido, su ADN no le permitía dejar de competir.
No le pesaron jamás las constantes comparaciones con Michael Jordan, al contrario, las absorbía para volverlas un arma. Aceptaba el reto con energía y lo hizo a lo grande, superando la cantidad de puntos de quién consideraba su inspirador. Incluso, desafió a quiénes vaticinaban su fracaso en la NBA por haber dado el salto directamente desde el instituto, sin haber pasado por la universidad. Sepultó con creces esa atmósfera negativa de un sector.
Llegó cuando el 23 dejaba la actividad, y por lo que demostraba en cancha, muchos aficionados lo declararon su heredero, hasta el punto de que los medios lo mediatizaran. Esa mochila le pesa a cualquiera, se hablaba de llenar el vacío que dejaba el mejor de todos los tiempos, pero Kobe fue capaz de subir a esa dimensión y eso es un hito enorme. Algunos detractores le decían imitador por su estilo de juego ¿Pero entienden lo difícil que es imitar al más grande de todos? Ya quisiéramos todos ejecutar jugadas como el legendario ex escolta de los Bulls.
Kobe fue la continuación perfecta de una saga que nació en en las manos de Jordan, aunque me temo, morirá con Bryant. Espero me equivoque, pero no veremos nada similar al estilode unos hombres que cambiaronla forma de jugar para los de su posición.
Tenía muchos fundamentos para el juego, entendía como pocos el básquet. Atlético, talentoso, sabía crearse sus propios tiros y tenía sangre fría para definir jugadas contra el tiempo. Era el jugador al que todos le darían un pase al último segundo del partido.
Fue capaz de hacer 60 puntos en el último partido de su carrera, 81 en un solo encuentro, ser nueve veces parte del quinteto defensivo de la liga, cuarto máximo anotador histórico, 18 veces All Star, cinco veces campeón de la NBA, doblemedallista de oroen los Juegos Olímpicos. No conocía la palabra imposible, hablamos de una leyenda.
Los éxitos de su carrera no tenemos por qué detallarlos, es información al alcance de todo el mundo. Podemos decir que Kobe Bryant se volvió un astro no sólo por sus logros y actitud, sino por su derroche de carisma, escuchando como hablaba un perfecto español e italiano, o sobre sus elevados conocimientos de fútbol, deporte del que siempre se declaró aficionado. Le pedíamos capacidad, pero nos regaló su corazón valiente y un legado que va más allá de lo deportivo.
Este ha sido un día muy duro para los seguidores del deporte en general, la consternación de su partida siendo tan joven nos aprieta el pecho y parte el alma. Somos muchos los que admiramos a ese escolta que cumplió todo lo que se propuso dentro de un entorno muy exigente.
El cruel e incomprensible destino quiso que se fuera de esta manera, cuando apenas comenzabasu vida lejos del básquetbolyun día después de que LeBron James superara su marca anotadora en Filadelfia, la ciudad que lo vio nacer. Se fue acompañado de su pequeña hija Gianna, una niña que hacía brillar los ojos de la Mamba Negra cuando hablaba de ella en televisión. Hoy se vuelve más leyenda e inspirador, pero a costa de nuestra inmensa pena por verlo partir. El básquetbol por un día fue el deporte rey, estuvo en boca de todos,lamentablemente a costa de una tragedia.