Basta de la misma cantinela en el fútbol chileno. Aburre que en un partido de fútbol donde juega Colo Colo, la U o la Universidad Católica no se sepa si terminarás de verlo porque en cualquier momento va a detenerse, debido a que el simiaje está desatado. ¿Acaso a nadie le parece que eso es anormal y vivimos en el mundo al revés?

Las autoridades de Estadio Seguro, la ANFP y los clubes, en vez de poner cara de fastidio ante estos hechos, deben buscar soluciones concretas. Dejen de hacer reuniones inocuas donde el discurso lo conocemos de memoria. "Vamos a ser implacables", "no permitiremos que esto vuelva a suceder", "nunca más entrarán a un estadio los responsables", "todos debemos hacer algo". ¿No se dan cuenta que nadie compra esa vendida de pescada?

 

Los comunicados también aparecen como las palomas en una plaza cuando caen migas de pan. De todas partes condenan la violencia, como si eso amedrentara en algo al delincuente que a la misma hora que se redacta ese texto lleno de plumavit está muerto de la risa hablando con su séquito por la choreza realizada.

¿Quieren partir por algo? Hagan una campaña y prohíban las banderas, lienzos, trapos y todo eso que ha traído un cáncer a los estadios, porque al final lo que quiere cada grupo es mostrarse y validarse de esa forma, al armar "la fiesta" y pensar que eso más importantes que el partido y el club al que supuestamente van a alentar. A todos nos encanta el ambiente, pero siempre y cuando aporte, no cuando destruye. Se sabe que ahí hay un problema, ¿tanto cuesta cortar esa raíz?

Es evidente que ya no se trata solamente de un grupo aislado de desadaptados sociales, que tienen enquistado en sus sesos el querer hacer desorden para mostrar que son poderosos. Se han propagada como metástasis. Cada vez son más y eso es una señal inequívoca de que la bola de nieve costará detenerla. Pero hay que hacerlo, sin miedo y sin "lata", porque hasta la mina de oro de la plata de la televisión puede irse al carajo si los hinchas dejan de abonarse, aburridos de ver estos hechos en vez de un partido de fútbol.

Los presidentes de los clubes dicen que los culpables "son un pocos" que no dejan disfrutar al verdadero hincha. Si son tan pocos, identifíquenlos y que no entren al estadio. Pero lo hacen igual, porque para eso apenas deben sortear a unos guardias de chaqueta roja o amarilla que de guardias no tienen nada, pues lo único que hacen ahí es hacer número para que el club cumpla con una petición absurda de la autoridad. Están más preocupados de botarle los lápices a un cabro que se pasa de la universidad al estadio que de encontrar una bengala.

Un grupo de barristas de la U tuvo un pésimo comportamiento en Concepción (Photosport)

Un grupo de barristas de la U tuvo un pésimo comportamiento en Concepción (Photosport)

Además, estos mismos dirigentes indican que la solución es que vuelva la fuerza policial a los estadios. O sea intimidar a los bandidos, pues si se portan mal tendrán ahí mismo una represalia. Ahora bien, ¿qué armas podrá usar la policía para intervenir en un recinto deportivo? ¿Habrá un protocolo claro para que actúen ante una circunstancia determinada o lo harán cuando les "tinque"? ¿Se les educará especialmente para esto? No vaya a ser que el remedio sea peor que la enfermedad, porque las pelas entre barristas y policías son más viejas que el hilo negro y livianas no son. 

También se debe considerar que de aprobarse el regreso de Carabineros a las canchas, eso debe ser costeado por los clubes, porque no vamos a pedirle recursos al Estado para controlar a los angelitos en un evento privado. Sería el colmo de lo barsa. Y en una actividad que se ha transformado en un negocio donde importa más la plata que el éxito deportivo, ojalá no sea difícil conseguir esos pesos.

 

Hagan algo. Ya es tarde, pero más vale tarde que nunca. La quimioterapia que necesita el fútbol chileno para extirpar el cáncer de los delincuentes debe realizarse de manera urgente.